domingo, 26 de junio de 2022

"Ten fe en el plan de Illidan"

mood:  Explorando
music: Requiem for the Lost Cities, de WoW Legion

Ayer en Caralibro, mientras veía la sección de "un día como hoy" donde te enseña recuerdos de hace X años, de repente me vino a la mente un "en el futuro me encantaría ver aquí lo bien que me lo estoy pasando". Me imaginé fotos y screenshots con su pequeña historia, y es que... he vuelto MUCHO al WoW.


Gracias a mis contactos (😘) el pasado septiembre reactivé mi cuenta en los servidores oficiales después de casi seis años sin pisar Azeroth. Como me había saltado varias expansiones con cambios importantes en las profesiones, el reescalado de niveles y las leches de las líneas temporales, por poner algunos ejemplos; y dado que no he comprado la última expansión pero se me había actualizado la cuenta a la anterior, con lo cual tengo contenidos bloqueados, preferí mantener un "perfil bajo" y quedarme en el mundo conocido de los servidores Classic. Creé de nuevo a Kanae, esta vez con N como maestro rogue, y nos lanzamos a la Burning.

Me encantaría poder estar en 70 cuando abran los servidores Wrath. Pasear por Rasganorte, ver conejitos Pataneve, disfrazarme de vikinga y vender pelajes árticos (de primera calidad, suaves y calentitos!). Encontrar una guild y hacer ICC otra vez, igual que se hacía en su momento, aunque yo no pude. Mi corazoncito Horda echa de menos el viento frío y la música de Colinas Pardas.


Aunque siempre jugábamos juntos, asomé la naricilla un par de veces en el retail para comprobar con horror que todo lo que conocía (habilidades, talentos, artefactos, ¿wtf es esa sede?) se había ido al garete XD Así que, con mucha discreción, me iba por donde había venido... y luego volvía como quien abre el frigorífico esperando que el contenido cambie y de repente haya algo que se te antoja.

Hasta que con el Covid (spoiler: lo pasamos a la vuelta de Semana Santa), cuando N se encontraba peor que yo y no le apetecía jugar, apareció mi momento.


Entré sin tener ni idea de dónde estaba. Mezclé la cadena inicial de Battle for Azeroth con la de Legión porque los NPC me acosaban para que aceptara sus misiones XD Al menos volví a entender la rotación del shadow priest (it's something xD); pero vaya, los primero días fueron todo un show. Al final, un poco a voleo, me ceñí a una cadena de misiones y salió Legión. Si es que ni me acuerdo de en qué orden pasó todo: conseguí una daga que susurra cosas siniestras, Dalaran salió volando de nuevo y alguna gente cuyos nombres me sonaban (Khadgar, Jaina) me querían dar demasiado trabajo de una vez mandándome a todas las regiones de las Islas Abruptas. Escogí empezar por Val'Sharah porque me hablaron de Cenarius y Malfurion ("rollos de druidas"), y p'alante: llegué a un bosque lleno de flores, animalitos y casitas de colores, y casi me quedo allí a vivir 🤣 Pero seguí, seguí... y poco a poco fui entendiendo dónde estaba y lo que pasaba.


N me dice a veces que Legión se va a convertir en mi expansión. Al principio yo pensaba que noo, ¡mi corazoncito es azul Wrath! Pero hay una diferencia muy grande: en las expansiones anteriores siempre he estado acompañada, sobre todo como DPS (aunque hice algunos pinitos como healer en el Vanilla) y yendo detrás de un tanque.

Aquí he entrado sola. Siendo telas, me han matado y he probado estrategias y habilidades nuevas hasta ganar. He ido a mi ritmo y a donde quería, leyendo las misiones, buscando las guías que necesitara e investigando los puntos del lore que me llamaban la atención. Y no sé si porque estoy dejando salir mi lado dark, me encanta mi daga siniestra. Me llama la atención que todos los NPC me hablen de la Luz aunque yo sea shadow, pero también lo veo como dos caras de la misma moneda: la luz arroja sombras; simplemente es un cambio en el sistema de referencia. Y me intriga un huevo la historia de Illidan...

Así que igual sí que Legión es mi expansión personal. Bienvenido sea el verde.


Ya llegaré a Battle for Azeroth (o no); yo me voy a subir un cazador de demonios tanque. Quiero aprender de ellos a conocer mi poder y a usarlo sin tener miedo. A permanecer en pie y mantenerme en mi camino aunque otros no lo entiendan.
Y ser protagonista.