Escrito por Are el 8 de marzo de 2022.
Soy una de esas tantas mujeres a las que han llamado brujas, putas y locas. Una de tantas a las que han llamado exageradas e histéricas. Una de tantas a las que les han hablado como si su inseguridad fuera por gusto. Una de tantas a las que se las comen los miedos que llevan grabados a fuego.
Soy mi madre cuando la ignoraban en su trabajo.
Soy mi abuela cuando no pudo ni plantearse hacer algo más que criar hijos y ser la sombra de su marido.
Soy mi abuela acostumbrada a callar.
Soy mi tía a la que juzgaban y por la que se lamentaban por no haberse casado, hasta en el día de su entierro (y a la que seguro que juzgaban por irse de viaje con sus amigas).
Soy mi hermana tratando de permitirse hacer cosas para ella misma en su tiempo libre.
Soy mis primas luchando por tomar decisiones por sí mismas.
Soy mi amiga a la que le entra ansiedad y la reprenden.
Soy mi amiga que su propia pareja no celebra sus logros.
Soy mi amiga que me pregunta si he llegado bien a casa.
Soy mi amiga que su pareja se enfada si quiere hacer cosas nuevas en su tiempo libre.
Soy mi amiga a la que ningunean en su trabajo por ser mujer y joven.
Soy mi amiga con la que su jefe se sobrepasa.
Somos todas. Incluso los que niegan que haga falta el feminismo como si no fueran parte y partidos por el patrón de esta sociedad que nos crió.
