
music: Dark side of the room, de Homework Radio
Mare meva, voy a acabar llorando y ni siquiera he empezado...
Vamos por partes.
El otro día el algoritmo de Youtube, entre las cosas nuevas que enseña cuando se pone creativo, decidió sugerirme este vídeo: "¿Alguien sabe lo que está haciendo en la vida?"
Me dio curiosidad y lo guardé para un momento con más tiempo. ¿Es necesario dejar constancia de que no lo vi en ese instante sino otro día? No lo sé, pero el caso es que aquí llevo diez minutos mirando la frase sin decidir si borrarlo o cómo ponerlo. ¿Por qué ahora me preocupa? Hmm...
La cuestión es que me llevé el primer guantazo nada más empezar: "Me atreví a perseguir mis sueños, esos que tenía desde que era niña".
Hostias. ¿Y yo cuáles tenía?
HOSTIASHOSTIASHOSTIAS
Cuando de pequeña me preguntaban qué quería ser de mayor, recuerdo una temporada supercortita en la que respondía "seño" (al empezar preescolar, más o menos) y otra "peluquera" (porque, como no sabía jugar con las muñecas, simplemente las peinaba y les cambiaba la ropa). ¿Me gustaban? Realmente ni fu ni fa, pero eran trabajos de mujer y suponía que debería hacer algo así. Tócate los huevis.
Antes de empezar Primaria ya se me habían pasado esas ideas y me limitaba al "no lo sé", aunque en realidad sí lo sabía: soñaba con ser ayudante de mago. Y ahora siento que esta frase completa tiene mucho que diseccionar.
- No me interesaba ser el mago que hace y deshace, quería saber qué se siente cuando te cortan por la mitad y te vuelven a unir. Quería *vivir* esa magia.
- Prefería no contarlo para evitar ser ridiculizada por creer en la magia. El mundo sin ella es muy aburrido.
- Ya me había sentido señalada muchas veces en el pasado por las cosas que pensaba o hacía (o no sabía hacer bien). Era mejor mantener un perfil bajo y el "no sé" te salvaba con frecuencia de más preguntas.
- No todos somos iguales. Veía a los niños de La Merienda u otros programas infantiles y me preguntaba cómo estaban en un sitio así de guay: mala suerte, chata, haber nacido en Madrid. Tú vives en una ciudad pequeña donde no hay de eso y no vas a ir donde sí lo hay, te aguantas.
- Igualmente, las iniciativas que ayudan a cumplir los sueños de los niños (conocer a un famoso, ir a Disneyland...) son exclusivos para aquellos que están muy enfermos. Si no te pasa nada, no hay sueños para ti.
- Los padres de otros niños contaban que sus hijos tenían mucho sentimiento o una gran ilusión por hacer algo. Yo era "cansina", "caprichosa", "egoísta" y "tenía pataletas".
- "Eso a ti no te gusta", "tú no sabes", "no puedes". "Te lo dije". Los mayores deciden y no es negociable.
- "Eso es muy difícil", "para eso hay que esforzarse mucho". Son advertencias, no consejos. Mensaje recibido implícitamente: "y tú no llegas".
Así que tenemos un sueño imposible y la necesidad de llamar la atención lo mínimo en un entorno de condiciones estáticas e inamovibles. ¿Qué hice? Leer. Seguía siendo rara, pero eso era más aceptable y reducía mis interacciones con el resto de personas. "Es como si cuando leo me fuese a otro mundo", escribí con 10 años; un mundo rebosante de esa magia que anhelaba, donde era quien me apetecía y vivía aventuras sin nadie que me regañara. Leía y leía mientras la vida diaria seguía adelante, mientras los demás continuaban dictando lo que tenía que hacer.
"Si te gustan las estrellas, entonces astrofísica". Me encogí de hombros; la física no se me daba mal, me gusta saber cómo funcionan las cosas, y dije "pues bueno". En aquella época, a finales de la ESO, escuchaba mucho la radio mientras hacía los deberes, y me llamaban la atención los técnicos de sonido... pero claro, eso es un módulo, no una carrera, y una carrera tiene más caché socialmente. Aunque, como hemos visto con el tiempo, una carrera no es un trabajo.
Con frecuencia me rebelaba en el día a día en lo que podía sopesando antes muy bien las consecuencias, aunque en realidad tampoco me apartaba del camino.
Me da un poco la risa floja al ver eso de "mi entorno siempre ha confiado en mí y me ha apoyado", porque cuando mis amigas se fueron a trabajar/estudiar al extranjero tuve que oír "no sé cómo sus padres le han dejado" unas cuantas veces. ¿Cómo se me podía pasar por la cabeza hacer nada que se saliera de la norma?
¿Le conté todo esto a alguien? No. ¿Me sentía con libertad para hacerlo? Tampoco.
Respiré y p'alante.
Sin plantearme que pudiera haber otras cosas, que pudiera hacer otras cosas. Simplemente seguir con el estudio igual que cuando estaba en el cole. Normal que no tuviera ni puñetera idea sobre qué hacer al terminar la carrera, lo que tuvieron que aguantar los pobres del PICE...
Tengo pendiente que N me enseñe aquel cuestionario sobre depresión, estoy segura de que habrá sorpresas.
Y no digo todo esto con rencor, ojo; me veo bastante objetiva. Más bien con tristeza por esa niña de cuatro o cinco años que ya había asumido con total naturalidad que era mejor guardarse sus inquietudes. También con cansancio por llevar sola un viaje tan largo.
No obstante me pregunto en qué momento se apagó la creencia de que era capaz de hacer cualquier cosa que me propusiera. Ahora o no se me ocurre, o creo que no me apetece, o siento que no está bien, o pienso en todo lo que puede salir mal y me acabo paralizando. Ha pasado un año y todavía no me he atrevido a tocar el coche, ni el de N ni en la autoescuela.
De todas formas lo que me ha hecho saltar las lágrimas ha sido releer las (poquitas) últimas entradas y ver que el ovillo que estoy desliando es el mismo que tenía en las manos hace dos años, aunque quiero recordarme que he avanzado, que estoy avanzando. Que, como dice el vídeo, hice lo que pude con lo que tenía y lo que sabía.
Lo importante es que, sin hacer dramas, mi reacción fue pensar que es momento de observar y elegir otros objetivos nuevos.
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