miércoles, 7 de septiembre de 2011

Pesca con piruletas

mood:  *^^*
music: Fly, de Blind Guardian

Después de que seis o siete personas entre tuenti y facebook hayan estado de boda este verano y que hayan subido mil fotos emperifollados con sus respectivas parejitas... Cuidado. He visto que la pastelosidad es contagiosa...


Había una vez una marmota que vivía en una cuevecita. Daba la impresión de ser una marmota dormilona como todas las demás, pero en secreto vivía con la cabecita llena de historias de magia.


En una ocasión, paseando por el bosque, se topó con un castillo que no había visto antes. Era una marmota curiosa, y al entrar vio a un montón de criaturas reunidas que charlaban animadamente: kenders, enanos, minotauros, elfos, demonios, humanos (muchos eran caballeros de relucientes armaduras, y algunos piratas), ¡hasta dragones! Y todos tenían en común lo mismo que la había llevado a ella hasta allí, el amor a la fantasía.

Pronto acogieron a la marmota en aquella familia variopinta y todos los días debatían sobre algo interesante, ya fueran libros, música o lunas de colores.


Un día de primavera, al llegar al castillo, hubo algo que le llamó la atención; un desconocido con túnica negra y runas de plata en el borde de la capucha la miraba fijamente. La verdad es que la primera conversación no fue muy buena, pero con el tiempo la marmota descubrió que bajo esa capucha había un mago muy agradable.

Poco a poco se fueron separando del grupo para hablar con más comodidad, e hicieron suyo un rinconcito con sillones cerca de la chimenea.


No dejaron de reunirse con el paso de las estaciones. Allí la marmota comprendió que alguien la escuchaba y, entre piruleta y piruleta, le contó cosas al mago que nunca le había contado a nadie: sus miedos, sus sueños... Ella también le ayudaba con otros problemas, y cuando el mago se transformaba en gatito jugaban juntos al escondite.

Aunque tampoco se veían siempre en aquella sala del castillo. Él tenía un barco hecho de piedra y magia en el que compartían muchos atardeceres, y donde la marmota saboreó por primera vez el viento, el día en que el mago la transformó en pajarillo...


En lo más frío del invierno, la marmota tuvo que cambiar temporalmente de cueva a otra bastante más lejana y desde donde no podría ir al castillo. "Bueno", se dijo, "sólo serán unos días". Pero algo pasó durante esos pocos días que hizo que la marmota se viera una noche en un rincón de la cueva desconocida, muy sola y muy triste.

Pensaba en todas las fiestas celebradas en el castillo; si ahora pudiera estar con ellos... con ellos... con él... Se encontró llamando al mago en su interior, en el deseo más fuerte que había tenido nunca, hecha un ovillo lloroso.

Y cuando abrió los ojos... lo vio. El mago estaba allí, sonriéndole como siempre, aunque a la vez todo era diferente. La cueva extraña había pasado a ser una habitación con paredes rectas de piedra y grandes ventanales por los que se veía nevar; el catre había pasado a ser una cama muy amplia y mullida, y ella... hacía tiempo que había dejado de ser una marmota. No se había dado cuenta de que, quizá con una mirada, una caricia o una sonrisa, el mago la había convertido en princesa.

Él se sentó a su lado en la cama, le secó las lágrimas y le contó que, de alguna forma había sabido que ella no se encontraba bien. Pero ya estaba allí, para arroparla y velar su sueño. La princesa no lo pensó, y mientras le daba las gracias tomó su mano y cerró los ojos. Y en esa noche, mientras se dormía acurrucada y protegida por su mago, fue consciente de lo feliz que se sentía junto a él.



Han pasado muchos años desde entonces. El castillo está ahora abandonado y el destino ha llevado a todos los seres que allí habitaban a lugares muy distintos; pocos mantienen el contacto.

Aunque, en una isla lejana, existe una torre mágica rodeada de bosques y ríos donde puede que un gato y una marmota estén jugando al pilla-pilla por los largos pasillos. O tal vez un mago y su princesita se estén acomodando en el césped de un jardín para buscar estrellas fugaces hasta caer dormidos aún abrazados...

No importa realmente lo que están haciendo en este momento. Lo verdaderamente importante es que ambos fueron valientes para entregar su corazón al otro, y ya nada podrá separarles.

EV


No es ninguna fecha "especial", pero me hacía ilusión regalarte un pequeño cuento que seguramente te suene ;) Gracias por todo lo que me cuidas, me mimas y me animas, porque sé que estando contigo no puede pasar nada malo. Tengo muchas ganas de volver a verte... pero también siento que, aunque nos separen 450 km, todas las noches duermo entre tus brazos *^^* Nunca habrá palabras para agradecerte lo suficiente que te quedaras conmigo a partir de esa noche, ni para decirte cuánto te quiero, pero bueno...

Te quiero ^^

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